Soy Fabiola 45 años. Fui diagnosticada hace 4 meses, aun con 44 años.
Desde octubre del 2019 empecé a perder peso, cuando tuve un episodio en mi vida de acoso que pudo a ver llegado a más. Todo comenzó el día 1 de enero 2020, cuando aún sin haberme desvelado no podía moverme, mi hermana me llevó un paquete de magdalenas que no pude abrir fue cuando decidí ir al doctor.
Me hicieron una serie de análisis para descartar cáncer, ultrasonidos placas, todo salió bien. Fui con 2 internistas de diferente especialidad, uno de ellos me envió al reumatólogo ya que me dijo que seguro padecía alguna colagenopatía. Cuando llegue al reumatólogo me hizo una revisión exhaustiva, como ya llevaba varios análisis los reviso, me envió algunos mas. A la segunda consulta fue cuando me diagnosticó fibromialgia.
Mientras pasaron los estudios estuve de incapacidad, había días buenos con mucha energía, otros donde no podía moverme. Las manos no tienen fuerza ni cierran al 100, porque duele. Nunca me había dolido la cabeza ahora pasaba, las piernas me temblaban para subir y bajar escaleras. El pecho duele en medio, mi piel cambió es reseca la piel de las piernas es como transparente.
Tomo antidepresivos ya que la vida no volverá a ser como antes, aún no me acostumbro.
Los días buenos tengo mucha energía aunque para levantarme me cuesta mucho, quiero aprovecharlo hacer todo, pero me di cuenta que esa adrenalina de no sentirme tan mal hace que al otro día no pueda moverme porque el dolor no me deja levantarme. Pará moverme en las mañanas con el agua caliente me permite hacerlo un poco mas.
El trabajo es difícil el lunes aguanto bien, el martes me siento cansada, el miércoles ya no puedo, para el jueves es un tormento el viernes agotada Tomando en cuenta que a media jornada ya no puedo estar ni parada ni sentada, obligatorio tomar algún analgésico para continuar, todos los días de mi casa al trabajo y del trabajo a la casa porque ya no tengo energía para nada mas Mi sábado ya no es el mismo me cuesta mucho hacer el quehacer y trato de estar lo más relajada El domingo ya no hago nada para poder estar descansada para otra semana de trabajo. Hay días en los que uno de verdad quisiera morir porque tienes que vivir trabajar y cumplir obligaciones que tu cuerpo no te deja.
Se sufre de mucha ansiedad porque toda tu vida cambia. Los dolores son cambiantes todo el tiempo siempre es diferente área, pero nunca se va el dolor chico opaca al grande es el del pecho o los dedos de las manos cuando no puedo escribir son los peores. El detonante es el stress cuando uno empeora.
Me he dado cuenta que cada vez que me canso tardó más en recuperar la energía. Que todos piensan que no tienes nada, que el dolor es psicológico, nadie lo entiende que es verdadero.
Que te lagrimean los ojos que te punza la cadera, que ahora te duele acá o allá. Es difícil encontrar alguien que te comprenda y ni crea que estás loca, hasta los mismos doctores piensan que es psiquiátrico.
Esto es lo que he vivido en apenas 4 meses.